S.C.

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jueves, 26 de noviembre de 2015

Odiar, que palabra tan... fea.




"Hablaba mucho y decía poco.
Las paredes habían observado por años sus movimientos, sabía que bajo esa sonrisa había una ciudad destruida con bombas, donde apenas quedaba casi vida y la poca que quedaba deseaba la muerte a seguir sufriendo esos continuos ataques de rabia.

Era tan blandita y esponjosa como un cojín, pero en su más profundo ser tenía millones de agujas clavadas que continuamente le recordaban que ella no era como un coche, que se podía arreglar, nunca terminaría de funcionar bien. Y por eso no se podía permitir el lujo de no ser justa con el.
No era justo que el se sintiese culpable por no poder prestarle tanta atención, pero tampoco era justo que él la retuviese a su lado y no la dejase avanzar.
Y mira que hubo veces que intentó huir de él, de alejarse, de dejarle a un lado en su vida y nunca la dejaba escapar.

No puedes retener a un pájaro que quiere volar, eso es antinatural, y muy triste. Es egoísta, horrible y totalmente cruel.
Ella no lo entendía. Él era todo cuanto había estado esperando, y el por sus complicaciones no podía cuidarla tanto como le hubiera gustado. Pero solo a ella. Para las demás siempre tenía tiempo. Y no, no había habido engaño ni cuernos(o eso le apetecía pensar), pero siempre sus actitudes dejaban algo oculto, algo que pretendía que ella no descubriera.
Y aún con todo eso no la dejaba escapar. La retenía. No en contra de su voluntad, pero si en contra de su propia libertad.
Ella no era capaz de odiar nada de lo que tenía que ver con él. Odiar era feo, era cruel y ella precisamente no era alguien que supiese ser cruel. De lo buena que era, era tonta, muy tonta.
Odiar significaba para ella tener que asesinar sus sentimientos o enterrarlos vivos y que muriesen de asfixia. Y no quería eso. Quería su libertad de decisión. Quería permanecer a su lado, pero quería ser algo más que 'un polvo con amor'. "

Por mucho que quieras algo debes dejar que escoja su camino.
El amor no es atar a las personas y no dejar que fluyan. El amor es dejar que esa persona fluya, que siga su vida y que pese a todo quiera seguir a tu lado. Pero... Siempre hay peros. Pero si esa persona en algún momento decide abandonar toda esperanza de llevar las cosas por el camino habitual, debes dejar que lo haga.